¿Sufres el síndrome del impostor? Un test para saberlo y un método para superarlo

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Da igual lo preparado que estés. Da igual tu formación y que tengas experiencia acumulada. El síndrome del impostor es implacable.

Es esa voz en tu cabeza que te machaca diciéndote una y otra vez:

  • Este no es tu sitio.
  • Eres un timo, y lo sabes.
  • No te mereces lo que tienes.
  • ¿A quién te crees que vas a engañar, piltrafilla?

Tú sabes que has trabajado duro para llegar donde estás: un puesto que te gusta, al fin tu propia empresa… Pero la voz interior no se calla y mina tu autoestima.

No para hasta que pierdes la confianza en ti, te puede la inseguridad y lo único que quieres es desaparecer…

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El síndrome del impostor afecta a muchas más personas de las que crees. Es un mecanismo de autoboicot que puede llegar a paralizarte por completo.

Vamos a conocerlo un poco mejor.

✅ ¿Qué es el síndrome del impostor?

Decimos que una persona padece el síndrome del impostor cuando, a pesar de su preparación o sus méritos…

  • Cree que no está a la altura de lo que los demás esperan de ella.
  • Siente que está engañando a todos los que le han dado su confianza.
  • Está convencida de que no merece lo que tiene, ya sea un puesto de trabajo, una responsabilidad, un reconocimiento o un premio…
  • No considera que haya hecho méritos suficientes para ocupar determinado lugar.
  • Vive la situación con angustia porque teme que los demás descubran su falta de capacidad.

Sucede sobre todo (aunque no exclusivamente) en entornos laborales y académicos altamente exigentes. Y no importa que la persona haya superado pruebas de capacitación, acumule logros o demuestre un buen rendimiento.

Tampoco importa que quienes están alrededor no tengan dudas sobre su capacidad:

Quien padece el síndrome del impostor siente que está engañando a los demás y que es cuestión de tiempo que su «mentira» se destape. Vive con miedo.

Y esa presión, más la carga de llevarlo en silencio, puede hacer que la persona «se rompa». Por eso el síndrome del impostor no es ninguna broma y se le debe prestar atención. 

Pero cuidado: el síndrome del impostor va más allá de sentirse inseguro o tener dudas en un momento determinado. Eso nos ha pasado a todos y no tiene por qué ser un problema.

El problema empieza cuando la angustia y el miedo incapacitan a la persona y le impiden actuar. La bloquean hasta llegar incluso a paralizarla.

Puede que ahora mismo estés recordando situaciones que vives o has vivido y te estés haciendo algunas preguntas:

  • «Ante una realidad desconocida, ¿no es normal sentir cierta inseguridad?».
  • «Si acabo de incorporarme a un trabajo nuevo y tengo dudas sobre cómo afrontarlo, ¿quiere eso decir que me estoy sintiendo un ‘impostor’?».
  • «Estoy poniendo en marcha mi negocio y llevo una temporada en que todo son nervios y miedo a hacerlo mal, ¿tengo que preocuparme?».

Son muy buenas preguntas, porque a veces no es fácil distinguir un verdadero síndrome del impostor de otras sensaciones y pensamientos que podemos tener en una circunstancia determinada.

Veamos cuáles son las diferencias.

👉 ¡No te confundas! Sentir inseguridad no necesariamente es un síndrome del impostor

Imagínate que estás emprendiendo, acabas de crear tu propio negocio y ¡te llega tu primer cliente!

Estás mitad emocionado y mitad muerto de miedo, porque por fin has saltado al ruedo y vas a tener que dar la talla.

Es fácil que, de pronto, te entren dudas y te notes inseguro. Incluso puedes sentir miedo o ansiedad: «¿Estaré a la altura ? ¿Sabré hacerlo bien?».

Hay reacciones que entran dentro de lo que podemos considerar normal. Si estás empezando hay cosas que son reales:

  • No tienes experiencia: es normal, te acabas de poner en marcha.
  • Necesitas más conocimientos: es normal, dedica una parte de tu tiempo a completar tu formación.
  • Te falta práctica: también es normal, hay cosas que solo se aprenden con el rodaje.

Todo eso no tiene nada de particular.

Muchas veces llamamos síndrome del impostor a lo que sencillamente es falta de experiencia.

Incluso he visto a mentores que utilizan ese argumento: te dicen que tienes síndrome del impostor para empujarte a actuar. Creen que así te dan un empujón hacia delante.

Lo que tú tienes que hacer es ser muy honesto contigo mismo. Si realmente te faltan conocimientos o experiencia, lo más importante es que acabes de formarte o que te des un tiempo para integrar lo que sabes.

Deja que el conocimiento que tienes vaya calando y trabaja la experiencia para estar más seguro de ti mismo antes de dar un salto de visibilidad. Y recuerda que la inseguridad o el temor pueden presentarse y no suponer un problema, mientras tengas recursos para gestionar esas emociones y no resulten paralizantes.

El problema es cuando un auténtico síndrome del impostor te va ganando terreno hasta que te deja K.O. y te expulsa del terreno de juego.

Y eso ya no tiene nada de normal.

✅ ¿No sabes si lo tuyo es un síndrome del impostor? Este pequeño test te ayuda a averiguarlo

Cuando una persona se ha formado, ha pasado las pruebas para validar su conocimiento y ha adquirido experiencia, lo normal es que vaya ganando seguridad.

Sin embargo a veces ocurre justo lo contrario:

  • Cuanta más formación.
  • Más conocimientos.
  • Más experiencia.

Lo que crece es la inseguridad.

Cuanto más sabe la persona, más fuerte es su sensación de fraude. Eso sí es un verdadero síndrome del impostor. Y puede ser de distintos tipos:

1. El impostor perfeccionista

Su trabajo tiene que tener un nivel de calidad excepcional. Por debajo de eso no le vale, por mucho que todo el mundo esté viendo (y reconociendo) que es magnífico.

Pregúntate: cuando un trabajo no te ha salido perfecto, ¿sientes que está todo mal hecho?

2. El impostor competente

Se le reconoce como experto en su campo… pero él cree que no lo es y que necesita seguir preparándose. Es adicto a la formación y las que hace nunca son suficientes.

Pregúntate: ¿te sientes incompleto si te falta una certificación? ¿Crees que te quedas fuera de juego por no estar ahora mismo preparándote aún más?

3. El impostor que puede con todo

Es el que más horas está en su puesto, el que primero cumple y el que nunca dice un «no» aunque esté a punto de reventar de trabajo. Entiende la sobrecarga como una demostración de capacidad y vive en un estrés constante.

Pregúntate: ¿puedes fácilmente desconectar del trabajo y hacer actividades «no productivas» solo para relajarte?

4. El impostor estilo «Bruce Willis» (en sus buenos tiempos, claro)

Un tipo duro que jamás pide ayuda. Él solo puede con todo. Y si no puede, se esfuerza más. Solicitar a otro que le eche una mano es un síntoma de debilidad y lo delataría como impostor.

Pregúntate:¿trabajas a gusto en colaboración con otras personas? ¿Te molesta compartir proyectos porque piensas que no se confía lo suficiente en ti?

Estas son algunas de las tipologías más comunes, aunque se podrían nombrar más.

¿Te reconoces en alguna de ellas?

✅ La buena noticia: ¡se puede superar el síndrome del impostor! Te digo cómo (ejercicio superpráctico)

Por supuesto que se puede superar, no te quepa duda. Y para eso puedes utilizar técnicas de meditación y mindfulness que te ayudan a retomar el control de tus pensamientos y de tu mente.

Te voy a poner un ejemplo.

Imagínate que toda tu vida has estado preparándote para, por ejemplo, ser astronauta.

Has estudiado para sacar buenas notas y accedes a la carrera que querías. En la universidad te has esforzado durante años para superar todos los cursos. Has sacado unas calificaciones de cine y has llegado a la NASA, donde aún hay más preparación.

Así hasta que, por fin, un día te reconocen como astronauta. Y no solo eso, sino que hacen una selección y consigues una plaza en una nave espacial.

¡Tu sueño se ha cumplido!

Es el premio a años de trabajo.

Por fin estás donde querías estar, trabajando en lo que amas y listo para viajar al espacio. No podría haber salido mejor.

Sin embargo…

Sin embargo algo ocurre. En cuanto ocupas tu asiento una vocecita dentro de tu cabeza empieza a bombardearte:

  • Es demasiado bueno para ti. Alguien ha cometido un error al seleccionarte.
  • No vas a hacerlo bien, mira a tus compañeros: está claro que valen más que tú.
  • Todo ha sido cuestión de suerte.
  • Se van a dar cuenta del error y vas a hacer el ridículo.

Es muy poco probable que nada de eso que piensas sea cierto.

Seguro que estás en el puesto que mereces, pero todo el mundo lo ve salvo tú. Pero ya sabemos la capacidad de hacer daño que tienen los pensamientos negativos cuando entramos en bucle.

Yo te propongo que sigas estos pasos para empezar a mantener a raya el síndrome del impostor.

👉 1. Ponle cara al impostor

«Ah, pero ¿el impostor no soy yo?».

No, no eres tú.

La voz que escuchas en tu cabeza no es la tuya, aunque a ti te parezca en muchos momentos que sí. Tienes que empezar a identificarlo. Échale imaginación y ponle cara, cuerpo, brazos y piernas. El impostor es un personaje que está fuera de ti, así que empieza a separarte de él y a tomar distancia.

Y aquí te dejo mi truco personal 😉:

¡Dibújalo!

Convertir a tu impostor en un personaje te ayudará a verlo como un ente externo que no tiene que ver contigo (aunque te dé mucho la brasa).

Para que te hagas una idea, este es el dibujo que una alumna hizo de su impostor. Te presento a Flupuff, un personajillo un poco feo, ¿verdad?

Síndrome del impostor test

Pues siguiendo este ejemplo, dibuja tú a tu impostor.

👉 2. Ahora ponle voz

Empieza a darte cuenta de cuándo te está hablando el impostor. Refuerza la idea de que no eres tú, sino él. Lo reconoces perfectamente porque es una voz externa a ti.

Y para ayudarte a identificarlo mejor, ponle un tono grotesco o exagerado, de personaje «chungo» de dibujo animado, o de alguien conocido que te provoque risa. Lo que tú quieras.

La cuestión es que lo veas como una caricatura que no hay que tomarse en serio, y que cuando abra la boca y te hable, puedas identificarlo al momento.

También puedes darle físicamente una ubicación. Si tú te sientas en un extremo de la mesa, ponlo a él en el otro. O sea, que ese dibujo de impostor que has hecho se coloque a cierta distancia. Que vaya viendo cuál es su sitio.

👉 3. ¡Y comienza la partida!

En un papel pones dos columnas de puntuación, una para él y otra para ti.

  • Cada vez que el impostor te hable para intentar llevarte a su terreno.
  • Cada vez que te venga con la misma cantinela de siempre para que pienses que eres un fraude, que no sirves y blablablá…

Cada vez que haga eso y lo pongas en su sitio, ¡punto para ti! 👍

Si no lo logras en ese momento, le das el punto a él y le dices que no se emocione mucho porque la partida acaba de empezar.

Verás que con ese ejercicio lo que ocurre es que empiezas a tomar distancia. Poco a poco irás ganando seguridad y viendo cómo le puedes parar los pies o, sencillamente, no hacerle ni caso.

Déjalo hablando en vacío y ya se cansará.

👉 4. Mantén activo el juego

Ten muy en cuenta en tu día a día cómo va ese marcador. La partida está en marcha y no puedes despistarte. Esos puntos que vas ganando son muy importantes para ti. Con cada punto que sumas:

  • Refuerzas tu autoconfianza.
  • Ganas liderazgo sobre tu mente y tus pensamientos.
  • Creces en coherencia interna.
  • Entrenas tu autodisciplina.

Es muy importante que empieces a notar que tomas el control de tu situación. Quien manda sobre tu mente y tus pensamientos eres tú, así que empieza a sentir el timón en las manos.

👉 5. Todos los puntos son importantes

Como en un partido de tenis, para llevarse el set hay que ir ganando ahora un punto y luego otro… No desperdicies ninguna ocasión. Las pequeñas victorias son las que llevan a una victoria mayor.

Así que en cuanto escuches la vocecita no pierdas la ocasión: ponte al mando y sé tú el que toma esa decisión, la que sea.

Aunque en ese momento no te parezca relevante, para ti sí lo es porque te hará ir subiendo en ese marcador y aumentando la confianza en ti mismo.

Y una cosa más: cuantos más puntos ganes, menos esfuerzo te irá costando.

La mente se entrena igual que entrenas el cuerpo en el gimnasio. Y si en el gimnasio aumentas tus bíceps, haciendo estos ejercicios aumentas tu autoconfianza.

Aunque te pueda parecer un juego (que lo es), no olvides que son prácticas basadas en la Terapia de Aceptación y Compromiso y mindfulness, altamente efectivas, y que si las practicas con disciplina dan muy buenos resultados.

✅ Un caso práctico: así se supera el síndrome del impostor

Y para completar toda esta explicación, me gustaría que conocieras un caso práctico.

Se trata de Lolo, una alumna de mi curso El arte de meditar de manera que funciona. Cuando yo la conocí tenía un síndrome del impostor «de libro» que le estaba haciendo la vida imposible.

Para ponerte en antecedentes, te cuento que Lolo estudió Física en la universidad. Siempre quiso dedicarse a la ciencia pero su impostor interior le decía que no iba a ser capaz, que no tenía suficiente inteligencia…

«Me esforzaba mucho para estar a la altura. Tenía que dar el máximo hasta que doliera.Si no dolía era porque aún podía haber hecho algo más».

Pese a su impostor, Lolo siguió avanzando. Hasta que llegó la hora de doctorarse y trabajar codo con codo con científicos «de verdad» (ella sentía que no lo era,) y ocupar una mesa en la universidad (una mesa que sentía que no merecía).

Pero casi mejor te lo cuenta ella, ¿verdad? Verás qué historia…

Como verás, aunque su impostor, Rito, no ha desaparecido, ahora la situación es muy distinta.

«Rito sigue conmigo y no creo que jamás se vaya, pero ya no me controla, no me paraliza, y no logra que deje de hacer cosas que quiero hacer. Y sobre todo, ya no existen mesas que sienta que no me merezco».

✅ Ahora que ya sabes cómo manejar el síndrome del impostor pasa a la acción

Una vez que has comprendido qué es y cómo puedes afrontar el síndrome del impostor, siempre te diré lo mismo: actívate. Poner en práctica lo que vamos aprendiendo y nos parece útil es lo más importante. Si no ¿qué sentido tendría?

Empieza por poner en alto lo que te ocurre y haz acopio de herramientas para controlar la situación un poco cada día.

Sabes que la meditación y el mindfulness son muy efectivos y te pueden ayudar muchísimo. Pide ayuda si lo necesitas, pero ponte en marcha ¡ya!

De hecho, me gustaría invitarte a nuestro mini-curso gratuito sobre Mindfulness y Ansiedad, en el que podrás seguir profundizando sobre cómo superar tus inseguridades.

¿Te animas?

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